Por: Carlos A. FERREYROS SOTO
Doctor en Derecho
Universidad de Montpellier I Francia.
cferreyros@ferreyros-ferreyros.com
Resumen
La Unión Europea (UE) busca fortalecer su soberanía digital sin aislarse del mundo. Su nueva estrategia digital internacional, presentada en junio de 2025, enfatiza eficazmente las alianzas internacionales y la cooperación con aliados para apoyar la transición digital, promover sus valores y fortalecer su competitividad tecnológica.
Las principales fortalezas de esta estrategia son:
Desarrollar alianzas internacionales: La UE busca profundizar y
multiplicar los diálogos y acuerdos digitales, apoyándose en una nueva red de
alianzas para fortalecer la seguridad y la competitividad de la UE y sus
socios.
Desplegar una oferta comercial tecnológica
europea: Esto
requiere inversiones conjuntas (públicas y privadas) en IA, conectividad
segura, infraestructura digital pública y ciberseguridad.
Fortalecer la gobernanza digital global: La UE busca promover un orden digital basado en normas y alineado con sus valores fundamentales (privacidad, protección de datos, derechos fundamentales).
La estrategia reconoce que la autarquía total es imposible en el mundo digital: la cadena de valor es global, los estándares son internacionales y la cooperación es esencial para la innovación y la seguridad. Por lo tanto, la UE apuesta por una mayor cooperación para mitigar sus dependencias, en particular de rivales sistémicos como China, y para ofrecer una alternativa creíble a los modelos estadounidense y chino.
Sin
embargo, persisten algunas debilidades:
La estrategia sigue dependiendo en gran medida de herramientas legislativas y regulatorias, las cuales son insuficientes para garantizar una autonomía estratégica real, especialmente en infraestructuras críticas.
La UE aún carece de mecanismos de coordinación e inversión a gran escala para respaldar sus propias capacidades tecnológicas y no siempre ha aprovechado plenamente la contratación pública para orientar sus compras hacia soluciones europeas.
El equilibrio entre competitividad, seguridad
y privacidad sigue siendo difícil de gestionar, y la fragmentación de
esfuerzos entre los Estados miembros debilita la eficacia general.
El presente artículo fue traducido del inglés al castellano por el suscrito con la ayuda del aplicativo Google
Translator, el texto original se encuentra en el siguiente enlace:
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La publicación de la Estrategia Digital Internacional de la UE el 5 de junio de 2025 sirve como oportuno recordatorio de que la búsqueda de una mayor autonomía en el ámbito digital no debe confundirse con un giro hacia la autarquía. Al ampliar su cooperación internacional, la UE no solo refuerza su influencia en los asuntos digitales globales, sino que también obtiene acceso a recursos externos que refuerzan sus capacidades digitales y mejoran su seguridad mediante la diversificación de las alianzas y la reducción de su dependencia de Estados Unidos. La Estrategia proporciona un marco coherente y muy necesario para coordinar las diversas iniciativas digitales externas de la UE. Sin embargo, no llega a integrar estos esfuerzos en un contexto geopolítico más amplio, lo que resulta en una postura estratégica global ambigua que podría interpretarse como indecisión por parte de los posibles socios y obstaculizar la coordinación eficaz entre los Estados miembros.
Fortalecimiento de la seguridad digital mediante alianzas
La Estrategia se basa en las conclusiones del Consejo Europeo del 18 de abril de 2024 , en el que la UE27 subrayó el imperativo de que la UE «garantice su competitividad, prosperidad y liderazgo a largo plazo en el escenario mundial», destacando la importancia de la «soberanía digital» para avanzar en este objetivo. La ambición de reforzar la soberanía digital de Europa ha cobrado un renovado impulso tras la elección de Donald Trump para un segundo mandato en la Casa Blanca el pasado enero, ya que el presidente estadounidense no ha dudado en aprovechar la dependencia de Europa de las empresas tecnológicas estadounidenses como herramienta en su confrontación comercial mundial más amplia . Las instituciones de la UE han reconocido la necesidad de reducir las vulnerabilidades derivadas de estas dependencias como una prioridad estratégica y una preocupación de seguridad . En respuesta, se han propuesto varias iniciativas destinadas a fortalecer las capacidades regionales dentro del ecosistema de políticas de Bruselas, especialmente en informes como EuroStack y The European Way .
La ambición de reforzar la soberanía digital de Europa ha cobrado renovado impulso tras la elección de Donald Trump para un segundo mandato.
Sin embargo, los esfuerzos de Europa por fortalecer sus capacidades digitales deben ir más allá de un enfoque puramente nacional y complementarse y reforzarse mediante las acciones exteriores de la UE y las alianzas con otros Estados y organizaciones regionales. La propia Estrategia Digital Internacional de la UE afirma que «ningún país o región puede afrontar la revolución digital y de la IA por sí solo». Las cadenas de suministro y valor de las tecnologías digitales están, de hecho, altamente globalizadas, y los flujos de datos ya no pueden limitarse a un único territorio, sino que circulan por todo el mundo. Ante esta realidad, la UE debe diversificar sus alianzas para reducir sus dependencias tecnológicas e industriales y buscar apoyo en los foros internacionales de gobernanza digital. Además, el sector digital se ve impulsado en parte por las economías de escala y los efectos de red; si bien la UE debe abordar primero la fragmentación de su propio mercado regional para que sus empresas puedan competir eficazmente, también puede aprovechar los acuerdos externos para fortalecer su base industrial digital o para asegurar el apoyo económico al desarrollo de iniciativas regionales. Por lo tanto, la búsqueda europea de una mayor autonomía en el ámbito digital no es incompatible con la expansión y el fortalecimiento de las alianzas externas. Por el contrario, esta ambición debe perseguirse en ambos frentes –interno y externo–, pues el desarrollo de las capacidades internas de la UE configura el alcance de su acción exterior, mientras que, a su vez, las asociaciones ayudan a compensar las deficiencias regionales.
Dar coherencia a la acción exterior de la UE en el ámbito digital
La Estrategia Digital Internacional de la UE pretende demostrar que la UE es un socio estable y fiable y sirve de marco para expandir su acción a nivel mundial mediante un enfoque multilateral y multisectorial, con especial énfasis en la inversión privada y la cooperación público-privada. Se basa en una amplia gama de programas que abarcan infraestructura, conectividad, investigación, desarrollo e innovación, competencias digitales, rendición de cuentas de plataformas, normalización y desinformación, así como ciberseguridad. Con un alcance tan amplio tanto geográficamente como sectorialmente, la estrategia abarca iniciativas que abarcan desde el Ártico hasta el África subsahariana, y se extiende por América Latina y el Caribe, el Mediterráneo, el Pacífico y Asia Central.
Esta estrategia era necesaria, ya que la UE necesitaba dotar de mayor coherencia a sus diversas iniciativas digitales, que, si bien numerosas e importantes, podían parecer fragmentadas, especialmente en lo que respecta a su acción exterior. El documento publicado el 5 de junio ofrece un panorama completo de todas las iniciativas digitales internacionales de la UE y abre múltiples vías para la colaboración futura. Al agrupar y estructurar estos diversos esfuerzos, la estrategia refleja una evolución del pensamiento estratégico europeo, que adopta cada vez más un enfoque sistémico hacia las tecnologías digitales. Al conectar áreas de acción tan diversas, reconoce la profunda interdependencia de estos sectores y adopta el concepto de un continuo tecnológico, también conocido como «pila tecnológica».
La falta de claridad estratégica de la UE respecto a Estados Unidos y China podría resultar perjudicial
Sin embargo, a pesar de las grandes expectativas , la estrategia no ofrece, por el momento, respuestas a varias preguntas apremiantes. La ambición de la UE de fortalecer su autonomía, incluso mediante alianzas, se deriva en gran medida del dominio de Estados Unidos en el sector digital y de la creciente rivalidad chino-estadounidense en materia tecnológica. Europa se ha visto repetidamente atrapada en el fuego cruzado entre Pekín y Washington, por ejemplo, en 2019-2020, cuando la Casa Blanca impuso sanciones a la empresa china de telecomunicaciones Huawei tras las acusaciones de transmisión de datos al gobierno chino, o en medio de la intensificación de la disputa entre Estados Unidos y China por los controles de exportación, especialmente dirigidos a la industria de semiconductores. Más allá de las preocupaciones por la seguridad económica, la dependencia de Europa de las tecnologías estadounidenses también plantea serias dudas sobre la privacidad y la protección de datos, ya que las agencias de inteligencia estadounidenses operan bajo leyes como la Ley de Vigilancia de Inteligencia Extranjera (FISA), que les otorga un amplio acceso a los datos, incluidos los de los ciudadanos europeos. La UE no debería aspirar a sustituir por completo a los actores estadounidenses, si es que eso es posible ; pero tampoco debería aceptar esta dependencia como inevitable, ni recurrir en su lugar a proveedores chinos. Una postura estratégica clara de la UE sobre cómo abordar este contexto internacional particularmente tenso habría sido bienvenida en un documento destinado a guiar su acción exterior en materia digital. Sin embargo, la Comunicación Conjunta solo menciona al Consejo de Comercio y Tecnología UE-EE. UU., y no se hace ninguna referencia a China. EE. UU. y China apenas se mencionan en el anexo del documento. Las rivalidades geopolíticas parecen haberse dejado deliberadamente de lado en la Estrategia para centrarse en la cooperación internacional, como sugirió la vicepresidenta ejecutiva Henna Virkunnen durante la conferencia de prensa posterior a la adopción de la estrategia. Afirmó que estas cuestiones se abordarían en la Cumbre UE-China de julio de 2025 y solo reconoció brevemente el predominio de las soluciones estadounidenses , reiterando la importancia del mercado europeo para las grandes tecnológicas.
Las rivalidades geopolíticas parecen haber sido deliberadamente dejadas de lado en la Estrategia en favor de un enfoque centrado en la cooperación internacional.
Si bien esta omisión en la Estrategia Digital Internacional permite a la UE mantener cierta ambigüedad para salvaguardar sus intereses, especialmente ante un aliado poderoso que parece dispuesto a ejercer presión, esta ausencia de una postura clara corre el riesgo de percibirse como indecisión y socava la coordinación entre los Estados miembros. En lugar de permitir que persista esta ambigüedad, la UE debería aprovechar esta oportunidad para consolidarse en el escenario digital global. Esto requiere una articulación más clara de la visión política que sustenta el desarrollo tecnológico europeo: ¿Qué tipo de sociedad pretende construir la UE a través de estas tecnologías? Las ideologías promovidas por Silicon Valley o el Partido Comunista Chino no se alinean con las aspiraciones europeas ni con las de muchos otros Estados y organizaciones a nivel mundial, como lo demuestra la amplia gama de acuerdos, asociaciones y diálogos a los que se hace referencia en la Estrategia Digital Internacional de la UE. Aclarar la posición y la visión política de la UE también respaldaría una asignación estratégica de esfuerzos entre los diversos sectores identificados en la estrategia, lo que permitiría establecer prioridades claras y un uso más eficiente de los recursos financieros, humanos, energéticos e informáticos.