viernes, 27 de septiembre de 2024

SOBERANIA DIGITAL.

Por: Carlos A. FERREYROS SOTO

Doctor en Derecho

Universidad de Montpellier I Francia.

 cferreyros@hotmail.com

 RESUMEN

La Gran Depresión que vivimos desde hace cinco años es sólo un modesto episodio comparado con el cataclismo que se avecina. Europa ni otros continentes tienen el control sobre la revolución de Internet y sus servicios controlados por los norteamericanos.

Concebido inicialmente como un instrumento de defensa, Internet en su aplicación civil, descubre y acelera el crecimiento de la economía digital, absorbiendo nuestras expectativas laborales, nuestros datos, nuestra vida privada, nuestra propiedad  intelectual, nuestra prosperidad, nuestros impuestos, en fin nuestra soberanía.

Si Europa y otros continentes no asumen este desafío, sufrirán un severo trastorno que deteriorará modelos alternativos de desarrollo económico, social, cultural.

El presente Prólogo de Jean-Claude Seys, Presidente del Instituto Diderot, Francia, es la transcripción introductoria del discurso de Pierre Bellanger, sobre “Soberanía Digital” del 25 de junio de 2019. El discurso en francés obra en el siguiente enlace: INSTITUTO DIDEROT // www.institutdiderot.fr / @InstitutDiderot, así como el video íntegro del debate. 

A fin de acceder a normas similares y estándares europeos, las empresas, organizaciones públicas y privados interesados en asesorías, consultorías, capacitaciones, estudios, evaluaciones, auditorías sobre el tema, sírvanse comunicar al correo electrónico: cferreyros@hotmail.com

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SOBERANIA DIGITAL

Pierre Bellanger

Publicaciones del Instituto Diderot

 

Prólogo

Estamos inmersos en un entorno digital que cada día aporta su cuota de innovaciones; ahora estamos acostumbrados a ellos y miramos cada uno en términos de su utilidad potencial para nosotros mismos.

Pierre Bellanger nos lleva a mirar más allá de este enfoque fragmentado a lo largo del tiempo y a tomar conciencia del impacto civilizacional que tiene su generalización. Esta conciencia es esencial si queremos tener alguna posibilidad de adaptarnos porque no podemos adaptar un fenómeno que ya está fuera de control.

La mente humana se formó a lo largo de una larga historia de cientos de miles de años confrontando la realidad tal como se la representaban sus sentidos. La cultura lo llevó, paulatina y tardíamente, a extender su reflexión a su propio funcionamiento, reconocido primero en sus manifestaciones visibles, y así a fortalecer su capacidad de comprensión del mundo.

Pero ¿cómo puede adquirirse y consolidarse esta autoprogramación de la inteligencia humana durante tanto tiempo?

¿Cuánto tiempo podría adaptarse, en el espacio de una generación, al mundo que describe Pierre?

La realidad ya no es lo que parece y la apariencia adquiere la consistencia de I a realidad, Incluso se convierte en realidad en sí misma; el espacio se vuelve infinito, la ubicuidad posible, la ubicación de las cosas incierta; el tiempo ya no es el día, la estación o la vida de un hombre, sino la ínfima fracción de un segundo o una virtual eternidad; los ojos ven lo invisible y los oídos captan sonidos de los confines del mundo.

Todos los límites, todas las fronteras que definieron las cosas y los conceptos a partir de los cuales se forjó la mente y el lenguaje humanos se están derrumbando.

Las consecuencias inmediatas son impresionantes: trabajo, salud, educación, ocio e incluso guerra, todo cambia.

A esto debe seguir la estructuración política de las sociedades; después de haber reposado durante mucho tiempo en la fuerza de las armas, en la posesión de la tierra y luego en la capacidad industrial, el poder pasa a manos de quienes poseen la información en todas sus formas: conocimiento, invención, pero también inteligencia banal, datos, cuyo conocimiento adquirido legalmente o no en grandes cantidades y de forma continua permite reconstruir un doble digital de cada persona, cuyo control permitirá el de la persona real con fines comerciales, religiosos, políticos o mafiosos.

Más allá de sus consecuencias fácticas, estos fenómenos son tanto más impresionantes porque resuenan con otros, de diferente naturaleza, pero cuyas consecuencias pueden provocar avances en la misma dirección: la manipulación de la vida por la biología, la transformación de la materia por las nanotecnologías, la expansión de la acción humana lejos de la Tierra (le Voyager está a 21 mil millones de kilómetros de distancia) da la sensación de que el hombre se enfrenta una vez más, como debió sentir cuando apareció, a un nuevo infinito, cuando creía dominar el mundo que lo vio nacer.

¿Podrá desarrollar de forma natural o, teniendo en cuenta la emergencia, artificialmente inteligencia adicional para recuperar el control relativo de su destino o provocará su caída final intentando restaurar un mundo perdido?

 Jean-Claude Seys

Presidente del Instituto Diderot



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