Por: Carlos A. FERREYROS SOTO
Doctor en Derecho
Université de Montpellier I Francia.
M. Sc. Institut Agronomique Méditerranéen
cferreyros@hotmail.com
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Teletrabajo, Telemigración y Teleglobalizacion en
movimiento?[1]
Richard Baldwin, profesor de economía de la Universidad de Ginebra, conocido por sus
investigaciones sobre los efectos de la robotización, afirma en el libro "La Convulsión Globótica: Globalización, Robótica y el Futuro del Trabajo", que: la automatización, la inteligencia
artificial y la robótica están modificando nuestras formas de organización y de
producir en sociedad. El libro publicado antes de la pandemia del Covid 19 pronostica nuestra inevitable
entrada en una nueva fase de globalización. Esta declaración no es novedosa, Fernando
Henrique Cardozo, había anticipado ya este escenario en uno de sus artículos
publicado en 1992, en la Revue du Tiers
Monde[2]
aunque no adelantó que esta disrupción digital fuera más allá y en sectores en
los cuales no hubiéramos pensado.
Sí la tecnología impuso antes la migración de los
trabajadores agro pastorales provenientes de los feudos a los talleres artesanales
hacia los burgos, y de estos a las fábricas, y más tarde de éstas factorías a
las oficinas en el siglo XX. Hoy, la globótica - mixtura de globalización y robótica transforman - más aun - los trabajos técnicos profesionales hacia el sector
de los servicios a un ritmo vertiginoso. La tecnología digital prepara ahora a
los “robots de cuello blanco” para hacerse cargo de estas tareas en el sector terciario.
El autor sostiene que el ritmo de esta transformación es inquietante, y si bien la convergencia
e integración de estas tecnologías permite de trabajar virtualmente en
cualquier oficina, o domicilio deslocalizado en cualquier lugar del mundo, ella altera modelos
organizativos y productivos de millones de trabajadores cualificados mucho más
de prisa de lo que nos afectaron la automatización, la industrialización o la
globalización en épocas precedentes.
La globalización impone nuevas formas de deslocalización,
revelando varios aspectos: las tecnologías acentúan cada vez más el trabajo a distancia; la crisis
sanitaria afirma esta tendencia, la misma que se orienta ahora a sectores administrativos que
corren el riesgo de externalizarse de los países tecnológicamente más
desarrollados a países emergentes, generando un efecto de la
"telemigración", no solo deslocalización de tareas sino trabajo a
distancia en el país de destino.
La economía está cambiando, resume Richard Baldwin:
"los empresarios empresas entienden que podrían hacer estas mismas tareas en el extranjero con la misma facilidad, por mucho menos ..." Esto es lo que Baldwin llama "telemigración". En este sentido, los "Call centers (centros de llamadas telefónicas)" son precursores.
Mientras se discute cómo reubicar industrias, son los trabajos presenciales de servicios los que comienzan a desaparecer. Según expertos de la Coface (Compañía francesa de seguros
de comercio exterior), "una de las consecuencias más graves de la crisis
sanitaria es la banalización del trabajo a distancia". “Hasta ahora, el
gerente decía: "no, este trabajo no se puede reubicar. Excepto que la
experiencia ha demostrado que sí”, dice Marcos Carias, coautor del informe[3].
Los Call centers europeos, y franceses en particular, han visto cómo su fuerza laboral se ha reducido en un 23% en cinco años, y
ahora, dos tercios de los puestos de trabajo de esta actividad se localizan en otros países de habla francesa. Estos no eran trabajos de cuello blanco
calificados, pero sus beneficios sustanciales si lo eran ya para el empleador.
"En un país como Francia, sí uno de cada cuatro empleos
teletrabajables fuera reubicado, las empresas reducirían sus costos laborales
en un 7%", calculó Coface. Un fuerte argumento para empresas como HCL
Technologies, un empresa gigante de la India con 175.000 empleados, que comenzó
a prospectar el mercado francés y a elogiar las fortalezas de Uttar Pradesh[4] en la banca, los seguros y el comercio electrónico ...
De otro lado, la pandemia ha tenido un efecto acelerador, agrega Baldwin. "A la transición tecnológica - que ya estaba en marcha - el Covid, la ha
reducido en cinco años, quizás incluso mucho más”. Porque se ha comprobado que
buena parte de las tareas de oficina se pueden realizar con la misma
facilidad de forma remota, desde casa ... o en países con salarios más bajos, y también desde casa. Esta comprobación no es una sorpresa del todo: así
es como ya trabajan todos los grupos de TI, que han delegado una buena parte de
su trabajo a ingenieros indios. Pero esto no es nuevo para las demás
empresas, que tenían el conocimiento digital, grupos como IBM o Capgemini".
No solo se han levantado las barreras psicológicas, sino que hemos
aprendido nuevas formas de trabajar, continúa Richard Baldwin:
“Los ejecutivos saben cómo organizar la producción y gestionar
a los tele trabajadores; y los tele trabajadores saben cómo organizarse, cómo utilizar los programas informáticos,
las plataformas y el 'cloud' ". Un proceso que normalmente habría llevado años se llevó a cabo en
tan solo unos meses de confinamiento forzoso.
Evidentemente, estos cambios generan desfases cuanto a la
velocidad con que ellos se realizan. El desplazamiento de puestos de trabajo se
impulsa a velocidades insólitas en la implantación de la tecnología digital,
mientras que la creación de puestos de trabajo se incita a ritmos más lentos,
acorde con el ingenio humano.
Los sectores bancario y de seguros también están expuestos, incluso en puestos de responsabilidad: "Los puestos de tipo analista financiero tienen un fuerte potencial de deslocalización", observa Marcos Carias. Sin mencionar que los trabajos pueden reubicarse no integral, sino parcialmente. Por ejemplo, en el mundo de los recursos humanos, las primeras etapas de la contratación, así como las tareas administrativas, por ejemplo, la producción de nóminas (planillas), se pueden realizar en otros lugares. "No vemos tanto una destrucción de puestos de trabajo sino una transformación de todos los oficios. Cambiará la naturaleza de cada trabajo”, advierte Richard Baldwin. Incluso en el sector médico, donde el diagnóstico por programa y consulta en línea pueden actuar como filtros antes de enviar al paciente a un médico especialista, lo que es una mala noticia para los profesionales en los países ricos, es a la inversa una oportunidad para los países emergentes de clase media educada, Pakistán, Vietnam, Brasil, Senegal, Kenia, entre otros países....
Identificar los países susceptibles de convertirse en centros virtuales de
reubicación requiere el uso de indicadores basado en criterios como: capital humano,
costos laborales competitivos, infraestructura tecnológica y clima empresarial.
Las economías con bajos costos laborales y un gran número de teletrabajadores
potenciales (como India, Indonesia o Brasil) parecen estar bien preparadas para
seguir esta tendencia. Este es también el caso de países con un capital humano y
tecnológico relativamente potente, como Polonia. Mientras China y Rusia serían
destinos ideales de deslocalización virtual en el papel, las crecientes
tensiones geopolíticas y de cíberseguridad con Occidente serán un gran obstáculo.[5]
Estos países se beneficiarán más fácilmente de la deslocalización, ya que están ubicados en husos horarios cercanos a los países ricos, lo que facilita las comunicaciones. La proximidad cultural y lingüística también influye. El informe de Coface predice el surgimiento de: “bloques regionales, formas de binomios, entre el centro y su periferia", al instar del Sistema Mundo propuesto por I. Wallerstein[6] (Estados Unidos y América Latina; Unión Europea y África; Nordeste y Sudeste de Asia). Algunos criterios como el costo horario de mano de obra, el número de trabajadores cualificados, la calidad de las redes informáticas y el clima empresarial en India, Polonia, China e Indonesia podrían ser potencialmente beneficiosos.
Sin embargo, podrían presentarse otros escenarios menos halagüeños: sí los trabajadores administrativos, que pierden sus trabajos de oficina, se unen a los trabajadores manuales, que ya perdieron sus empleos presenciales en las fábricas, el descontento resultante podría convertirse en un vector de desestabilización. Lo que requerirá en los países tecnológicamente más avanzados, previsiones, innovaciones políticas y normativas, institucionales y personales para sostener a los trabajadores desplazados en la adaptación, fomento de competencia más justa entre los globots y, de ser el caso, frenar todo, sí la agitación resulta inmanejable.
Algunos liberales optimistas no se asusten por estas tendencias. El-Mouhoub Mouhoud, economista especializado en globalización y presidente de la Universidad Paris-Dauphine, Francia, cree que “no debemos olvidar que el tamaño del pastel está aumentando. Como en el caso de la industria, los mecanismos de reasignación permiten dirigir inversiones para atender nuevas necesidades”.
Además, a diferencia de las deslocalizaciones de los años ochenta y
noventa, no son las empresas las que cerrarán, más bien se crearán nuevos
puestos de trabajo en el extranjero. En cuanto a las consecuencias a más largo
plazo, El-Mouhoub Mouhoud subraya que la globalización ha llevado en Europa a
una polarización del mercado laboral, ya que ha conservado principalmente
puestos directivos y trabajos no calificados no reubicables, por ejemplo,
manipuladores de materiales. "Es posible que tengamos la misma forma de
despolarización en
las salas", observa, al no poder crear rápidamente formas de regulación, "pero estamos muy
lejos de eso", las clases medias podrían llevar la peor parte de los
trastornos en curso. Lo que no es la mejor noticia para nuestras democracias
cuando recordamos que la desindustrialización, el desempleo masivo y el
sentimiento de degradación son algunas de las causas del populismo.
Frente a ello: ¿Qué pueden hacer las
personas y los gobiernos para responder a este cambio excepcional? ¿Cómo evitar
que en este proceso se debiliten los cimientos mismos de la sociedad? Aunque la
convulsión es ya inevitable, existen estrategias para adaptarnos a este mundo
nuevo, y estas se basan en las destrezas humanas que ninguna máquina puede
replicar: la creatividad y el pensamiento independiente. La convulsión
globótica nos ayuda a prepararnos para la inminente oleada de los robots
avanzados en el mercado laboral.
[1] El presente artículo retoma uno ya publicado por Batiste LEGRAND en L'OBS N° 2970 del 23/09/2021, Págs. 54-5;
algunas ideas del libro de Richard BALDWIN:
La Convulsión Globótica: Globalización, Robótica y el Futuro del Trabajo". 2019 Ed. Antoni Bosch 316 págs; del Informe de la COFACE sobre Teletravail:Les
risques et les opportunites de la délocalisation virtuelle; de las lecturas
de la REVUE TIERS MONDE. T. XXXII, n130,
Mal-Juin 1992 de Fernando Henrique CARDOZO, 443-446, PostFace; y del libro de Immanuel Wallerstein. The Modern World-System, (1974) , New York,
Academic Press.
[2] Citado por el suscrito en el
artículo de 2013:
https://derecho-ntic.blogspot.com/2013/10/aspectos-metodologicos-del-delito.html
REVUE TIERS MONDE. T. XXXII, n130, Mal-Juin 1992. Fernando Henrique CARDOZO,
443-446, PostFace
[3]
https://www.coface.fr/Actualites-Publications/Publications/Teletravail-Les-risques-et-les-opportunites-de-la-delocalisation-virtuelle
[4] Es un
Estado al norte de la India
[5] Télétravail :
Les Risques et les
Opportunités de la délocalisation Virtuelle. https://www.coface.fr/Actualites-Publications/Publications/Teletravail-Les-risques-et-les-opportunites-de-la-delocalisation-virtuelle.
[6] Immanuel Wallerstein. The Modern World-System, (1974) , New York,
Academic Press.
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