martes, 30 de julio de 2013

SEMILLAS MODIFICADAS GENETICAMENTE

El uso de las semillas modificadas genéticamente replantea de un lado,  la definición de un Proyecto de Desarrollo transpartidario y la Estrategia de desarrollo adaptada a éste: y del otro,el problema de la seguridad alimentaria y del modelo de producción agro alimentario peruano.

El Proyecto de Desarrollo nacional  y la Estrategia de desarrollo no han sido ni evidentes ni consensuales. Múltiples factores han contribuido a nuestra riqueza bio-diversa: el primero,  nos viene de las características físicas y geológicas de nuestro país asociado a la cordillera de los Andes, esta nos dispensa una enorme cantidad de pisos agro-ecológicos, que van desde el litoral hasta los seis mil metros. Pulgar Vidal identificaba ocho regiones y Tossi, señalaba ya hace algunos decenios que los países más bio-diversos en el mundo eran México, Brasil, Colombia y Perú, solo nos faltaban algunos pisos de ese universo. Segundo, el resultado histórico de nuestras prácticas culturales, aquella de los pueblos indígenas de los cuales hemos heredado formas y modelos de selección, conservación y mejoramiento de especies vegetales y animales.  Un tercer factor, ha sido facilitado por las prácticas agro alimentarias en las pequeñas explotaciones, no las grandes haciendas que promovieron el monocultivo y la agro-exportación: azúcar, algodón. Un cuarto elemento, que ha contribuido grandemente ha sido el patrón, o mejor, los patrones de consumo alimentario. Obviamente, otros factores como las políticas agrarias de los diferentes gobiernos han alentado o no la bio diversidad, con saldos importantes de pérdidas en el mejores de los casos, y de expoliación, en los peores.

Del lado de la seguridad alimentaria y de los modos de producción agro alimentario, la practica del modelo agro exportador peruano ha puesto en peligro la producción y la seguridad alimentaria: el abuso de recursos para satisfacer la demanda externa ha puesto en peligro la biovidersidad. La justificación de la manipulacion genética destaca los principales criterios a tomarse en cuenta: demográfico y la pobre superficie de vocación agro alimentaria. La incidencia del crecimiento de la población aboga por los argumentos para lanzarnos en la idea de utilizar la manipulación genética afín de ampliar la reducida superficie agro-alimentaria. Es un falso debate, al menos por dos razones demográfica y ética: 1. ni el volumen ni  las tasas de crecimiento poblacional en Perú son significativas como para hacer uso de la manipulación genética, ni menos aun si su superficie de tierras cultivables es reducida. 2.  no solo se pone en peligro la biodiversidad, por el problema de la polinización que contamina otras áreas de cultivo, sino por un problema ético: los genes intervinientes en la manipulación genética no solo provienen de otros vegetales, sino de animales, y ahora de nosotros los humanos. Además de la negación del principio de precaución, existen  consecuencias mortales para la salud humana: la manipulación genética de la carne de vacuno y la enfermedad de la “vaca loca”, por ejemplo.

Si pensamos en una tendencia larga, algunos productos peruanos resultantes de esta biodiversidad, por ejemplo la papa, el maíz, como determinados cultivos frutales pudieran verse afectados. Si consideramos que el modelo de consumo mundial, en el cual la papa tiene un lugar preponderante, (que hay más global que el consumo de carne y papas fritas!), pudiera verse afectado por la manipulación genética, no solo en la producción sino en la industrialización alimentaria, como podríamos continuar con nuestro aporte en germoplasmas para que el mundo pueda seguir alimentándose? La ventaja comparativa es obvia. Ningún peruano debe olvidar que la cuna agro-ecológica de la papa se sitúa en alguna parte del imperio incaico, Huasahuasi, en Tarma, dicen algunos; ni que el Centro Internacional de la Papa, que aporta investigaciones y experiencias de campo al mundo, se sitúa en La Molina, a dos pasos de Lima.

En conclusión ni nuestro crecimiento demográfico, ni la limitada superficie de nuestras tierras agrícolas, ni los criterios éticos, ni los riesgos para la salud de las experiencias genéticas, ni la riqueza de nuestra biodiversidad debieran promover o incitar la producción de semillas modificadas genéticamente; ni menos, tolerar o admitir productos resultantes de la industria agro-alimentaria para el consumo humano.

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