Concebir la telefonía como Internet móviles y la calidad
y alcance de los servicios del operador telefónico, incluyendo el ancho de
banda, como instrumentos de medición de la inclusión social, aparece como un
enfoque parcial. Las Tecnologías de la Información y de las Comunicaciones,
particularmente ésta última, supone varias dimensiones: técnica, económica,
política, jurídica, las mismas que para su explotación han venido siendo
reguladas. La regulación técnica fue enteramente desarrollada por
instituciones americanas, marcadas por un proceso de defensa, nacionalismo,
libertarismo y autorregulación. La regulación económica quiso confirmar
estas hipótesis, afirmando la inútil o innecesaria regulación de Internet,
basada en que sus actividades digitales no sufren limitaciones de escasez, de
amenazas sobre la viabilidad del proceso competitivo ni externalidades, debido
a la casi total ausencia de barreras para su ingreso, pero que determinados
Estados consideraron esta gobernanza y regulación incompletos e ilegítimos,
exigiendo co-regular Internet. La regulación político-jurídica de los
servicios de Internet, no solo supone acceso a la conexión, sino esencialmente
a la información y contenidos, pues ello confronta las TICs a elementos
constitutivos del Estado: territorio y nacionalidad, expresados vía la
soberanía y jurisdicción, los mismos que son amenazados y violados diariamente
por el carácter a-territorial de Internet y que los Estados deberán resolver a
través de formas inéditas y consensuales. El desafío de la inclusión, en
presencia de las TICs, no puede ser individual ni unidimensional, ni nacional,
sino propone la participación de los Estados en un nuevo modelo de sociedad
global, sociedad del conocimiento, en el cual el acceso y disposición a la
información y contenidos, como a las comunicaciones (telefonía, Internet, y no
solo móviles) devienen los elementos estratégicos.
Telefonía e Internet móviles: indispensables para generar inclusión
http://blogs.gestion.pe/laeconomiadelainclusion/2012/10/telefonia-e-internet-moviles-i.htmlEl uso inteligente de la tecnología móvil está permitiendo -en los países desarrollados y en algunos países en desarrollo de Africa y Asia donde las condiciones son apropiadas- resolver eficientemente problemas de políticas públicas, sacudir al establishment empresarial y generar riqueza para muchos emprendedores innovadores y sus empleados.
1. En salud, los teléfonos móviles se utilizan para monitorear, enviar resultados de análisis y hasta atender pacientes a distancia, para mejorar la probabilidad de que los tratamientos se sigan, para pedir medicamentos desde zonas remotas y asegurar su abastecimiento, para compilar información sobre poblaciones distantes, entre otros.
2. En educación, los teléfonos móviles permiten reducir la dependencia en los maestros a través de la transmisión de contenidos hacia poblaciones analfabetas o con bajo grado de instrucción.
3. En agricultura y pesca, los teléfonos móviles permiten prestar asistencia técnica a distancia y enviar alertas sobre plagas, precios de mercado y fenómenos naturales a los campesinos o pescadores. También, por supuesto, para realizar empadronamientos y anunciar programas de gobierno que los beneficien.
4. En banca y seguros, los teléfonos móviles se utilizan para las transferencias, los pagos, las remesas, las aplicaciones para créditos y su desembolso, las solicitudes de afiliación a seguros y el reporte de siniestros, entre otros.
5. En el mercado de trabajo, los teléfonos móviles se utilizan para publicitar plazas, para aplicar a puestos de trabajo, para concertar entrevistas e incluso para notificar los resultados.
6. En el campo del control de riesgos y fraudes, los teléfonos móviles se utilizan para verificar la identidad e historial crediticio, judicial, penal y hasta autorizar y "firmar" transacciones.
7. En el campo de la democratización de las decisiones, los teléfonos móviles se utilizan para denunciar abusos al consumidor o prácticas corruptas al interior del gobierno, para capturar la participación de los ciudadanos en procesos presupuestarios o sus sugerencias y alertas de servicios o infraestructura que no funciona; y hasta para votar.
8. En general, tanto en transacciones privadas como en programas públicos, los teléfonos móviles se utilizan para acortar las distancias y hacer los procesos más eficientes.
En los años por venir, esta tendencia solo se acrecentará. La razón es intuitivamente muy simple: tres son los objetos que las personas reportan llevar consigo siempre, independientemente de la raza, la edad, el sexo, el nivel de ingresos, la religión, la ideología política o la nacionalidad: sus llaves, dinero en efectivo y teléfono móvil.
Eso explica que en el mundo existan 6 mil millones de teléfonos móviles para 7 mil millones de habitantes y que la tenencia de teléfonos móviles sea 5 veces más probable que la de un teléfono fijo. Mientras más sean las funciones que adquiera el teléfono móvil (ahora ya puede reemplazar el dinero en efectivo en algunos casos y en algunos casos ya está siendo utilizado como "llave" para desbloquear ciertos accesos como en el caso de los aeropuertos), éste irá adquiriendo cada vez más importancia como un elemento empoderador de las personas, sus familias y sus negocios.
La telefonía móvil en los países en desarrollo es una gran oportunidad para acortar las brechas con el mundo desarrollado. No debe sorprender por eso que 8 de cada 10 teléfonos móviles estén en los países en desarrollo. Tampoco debe sorprender que en algunos países como la India, China, Kenia, Uganda, Nigeria, entre otros, se están generando empresas que están desafiando al status-quo, rediseñando mercados tan tradicionales como el bancario o el de salud y, al hacerlo, beneficiando a millones de consumidores. Esto es absolutamente favorable.
En el Perú
Un desarrollo similar está ocurriendo en Perú pero a un paso mucho más lento, a pesar de que hoy ya existen más teléfonos móviles que habitantes en el país.
La razón es muy simple. La escasa competencia en el mercado hace que la oferta de las empresas no sea flexible y que los costos todavía sean excesivamente elevados, especialmente para los más pobres.
Para ilustrar este hecho, que se aplica a todas las empresas del sector, tomemos el caso de Telefónica cuyo contrato de concesión -según se conoce a través de la prensa- se está renegociando.
La situación entre Perú y España ha cambiado notoriamente desde que se firmó el primer contrato de concesión con Telefónica. Si bien es cierto que el PBI per cápita de España ajustado por paridad de poder de compra es todavía 3 veces el de Perú - es decir, que en promedio un español tiene 3 veces la capacidad de consumo de un peruano, hoy la penetración de teléfonos móviles por cada 100 habitantes es prácticamente la misma entre Perú y España. Hoy, además, para los inversionistas extranjeros, España es un país 3 veces más riesgoso que Perú.
Lamentablemente, a pesar de que los precios de los servicios de telefonía móvil en ambos mercados son muy similares, las ventajas que reciben los consumidores españoles son muchos mayores que las que reciben los peruanos.
Dos ejemplos críticos que - de corregirse - podrían activar una gran serie de oportunidades para emprendedores que utilicen la plataforma móvil para desarrollar negocios y, al mismo tiempo, abaratar un sinnúmero de costos para los hogares y empresas son los siguientes:
1. En España, para los clientes post-pago los SMS son ilimitados. En Perú, no.
2. En España, para los clientes post-pago con servicio de descarga de datos, no existe límites para las descargas. En Perú, sí.
Con SMS y descarga de datos ilimitados para los clientes post-pago, es decir, si Telefónica otorgara en Perú los mismos beneficios que a los consumidores españoles para el mismo precio, podría contribuir a que Perú sea una economía mucho más productiva.
Por supuesto, esto todavía no sería suficiente para beneficiar a la gran mayoría de peruanos que todavía tiene solo teléfonos fijos o teléfonos móviles Prepago. Pero ahí también puede hacerse algo.
En el caso de los teléfonos fijos, a pesar de que su tendencia es a la desaparición o su reemplazo por los teléfonos móviles, Teléfonica podría también, por ejemplo, dejar de cobrar el costo de instalación, como lo hace en España, considerando que los costos promedio de este producto también son muy similares.
Telefónica también podría, por ejemplo, adoptar una buena práctica común en muchos mercados europeos: permitir a los usuarios de teléfono móvil - pre-pago y post-pago - elegir una locación geográfica, definir un radio de 1 kilómetro a la redonda y asignar un número de teléfono fijo que pueda ser contestado en el móvil. Al aplicar el costo de llamada de fijo a fijo utilizando teléfonos móviles, siempre y cuando el cliente permanezca en esta zona, ¿se imaginan las enormes ganancias de eficiencia que habría para los microempresarios que pasan tantas horas en sus negocios?
En el caso de los teléfonos móviles prepago, considero que uno de los aspectos cruciales de la negociación de cualquier renovación del contrato de concesión debe ser otorgar SMS ilimitados a todos estos usuarios. Esto abriría las puertas para que el Estado pueda diseñar mecanismos costo - eficientes para interactuar en tiempo real con los ciudadanos.
Así como la realidad macroeconómica entre Perú y España ha cambiado en los últimos 20 años desde que se firmó el primer contrato de concesión con Telefónica, también lo han hecho los consumidores y la velocidad de cambio cada vez es más acelerada.
En los próximos 10 años, la penetración de los smartphones en Perú se habrá multiplicado varias veces y probablemente los SMS habrán perdido relevancia. Con muchos más smartphones por cada 100 habitantes, será crucial contar con servicios de descarga de datos rápidos y accesibles. En los próximos 10 años, los peruanos nos deberíamos poder beneficiar gracias a esta tecnología de las innovaciones de emprendedores de todo el mundo. Para poder hacerlo, las autoridades deben hacer todo lo posible por dejar abierta la posibilidad al ingreso de nuevos competidores, permitiendo que las empresas empaqueten productos o los amarren solo cuando el consumidor así lo prefiera y no como una condición predeterminada.
En los próximos 10 años, un campesino, conectado con el mercado debería poder invertir parte de sus ingresos en una tablet de bajo precio y poder comprar servicios educativos online para que su hijo no retrase su aprendizaje o, por ejemplo, consultar con especialistas de salud cualquier dolencia que lo aqueje.
En los próximos 10 años, los hogares deberían poder, si así lo deciden, utilizar el mismo presupuesto que dedican hoy a un servicio de cable de 250 canales para comprar directamente solo algunos episodios ú horas de programación de proveedores de cualquier lugar del mundo; y, acaso, utilizar cualquier excedente para otro tipo de entretenimiento online o servicio educativo.
La calidad de los proveedores de servicios de telefonía e internet que exista en los próximos años, así como la competencia que el Estado sea capaz de impulsar entre los participantes del mercado, será determinante en el progreso del país y la inclusión.
Si el gobierno ha decidido renegociar el contrato con Telefónica debería tener en cuenta tres aspectos:
1. Las empresas "maduras" como Telefónica, si no cuentan con los incentivos adecuados, pueden volverse lentas e ineficientes. El plazo y el contenido del contrato deben analizarse tratando de evitar sobreexponerse a este riesgo. El ingreso de nuevos competidores al mercado debe alentarse por todos los medios pues las industrias con estructura monopolística ú oligopolística tienen a innovar menos e invertir menos y cobrar más.
2. El Estado debe invertir e involucrarse mucho más en la ejecución de los proyectos con recursos del FITEL y tratar de separar el tema de la expansión de servicios en áreas rurales de la negociación del contrato. Está muy claro que estamos rezagados y que los progresos habrían podido ser mucho mayores. Falta más gerencia y resultados.
3. Es indispensable crear un ecosistema que permita que nuevos emprendimientos que aprovechen el uso de tecnologías de telefonía e internet móviles impulsen las ganancias de productividad en industrias que hoy todavía imponen costos excesivamente altos para la población como la bancaria o logística.
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